El despertar: cuando la vida me pedía parar
Hace más de diez años, mi vida parecía perfecta desde afuera: una carrera exitosa en el mundo corporativo, logros profesionales, reconocimiento... Pero por dentro, algo profundo gritaba pidiendo atención.
El estrés constante, la ansiedad que se había vuelto mi compañera diaria, y una sensación profunda de desconexión conmigo misma me llevaron a un punto donde sabía que algo tenía que cambiar.
Fue en ese momento de vulnerabilidad y búsqueda cuando el universo me regaló mi primer encuentro con el mindfulness. No fue amor a primera vista, pero sí fue el inicio de la transformación más profunda de mi vida.
La transformación: redescubriendo mi esencia
Los primeros años de práctica fueron un proceso hermoso y desafiante a la vez. Aprendí que el mindfulness no es solo una técnica de relajación, sino una forma completamente nueva de relacionarme conmigo misma y con la vida.
Poco a poco, comencé a experimentar cambios profundos: mayor presencia en mi día a día, una relación más amorosa conmigo misma, y sobre todo, una paz interior que nunca había conocido.
Fue entonces cuando supe que esta práctica no era solo para mi sanación personal, sino que tenía que compartirla con otros. Mi dolor se había convertido en propósito.
El propósito: acompañar tu transformación
Hoy, después de más de una década de práctica personal y más de 500 vidas acompañadas, mi misión es clara: crear espacios sagrados donde puedas reconectar con tu esencia más auténtica y amorosa.
Cada persona que llega a mí trae su historia única, sus heridas y también su sabiduría innata. Mi rol es simplemente acompañarte a recordar la paz que ya vive en ti.
Porque creo profundamente que cuando nos sanamos nosotras, sanamos el mundo. Y tu transformación personal es tu regalo más generoso a la humanidad.